25 Agos 2015.- La pulsión dolarizadora de los argentinos parece haber encontrado en el temblor bursátil global un motivo más para fortalecerse. Para peor, la realidad parece darles a quienes desconfían un nuevo motivo a diario para hacerlo. Ayer, por caso, se supo que el superávit comercial del país se desplomó 75% en julio, es decir, aun antes de que la devaluación del yuan melle la capacidad de compra de China y complique la situación del segundo demandante de productos argentinos (ver página 11).
No fue el único impacto en el mercado financiero local. El índice Merval, principal indicador de la Bolsa porteña, se derrumbó 6,3%, mientras que los bonos públicos sufrieron caídas de 0,9% promedio.
Esto dejó a la vista que la escasez de divisas tiene visos concretos de ir agravándose aún más en los próximos meses, lo que llevó a algunos a acelerar la huida del peso y convalidar precios para el dólar muy similares a los de hace 11 meses, en medio de la última corrida contra el peso.La cotización sumó otros 29 centavos (1,86%) en el mercado paralelo y quedó en $ 15,84, sólo 11 centavos (0,7%) del máximo histórico de $ 15,95 que tocó el 24 septiembre de 2014.
La nueva aceleración se dio en medio de un clima de marcada desconfianza hacia el futuro del peso y en un contexto de deterioro del resto de las monedas emergentes: ayer se hundieron del 1,5 al 4% contra el dólar (que cerró a 3,55 reales en Brasil) aun cuando esa divisa cayó hasta 1,7% promedio contra el euro, el yen japonés, el franco suizo y la libra esterlina, para volver, según el Dollar Index -que la mide frente a otras 6 monedas semejantes- a niveles que no mostraba desde fines de enero.
La búsqueda de coberturas fue mundial (se develó en los nuevos máximos que alcanzaron los bonos de Estados Unidos y Alemania), sólo que en la plaza local no encuentra muchos instrumentos para canalizarse.
Ayer, por caso, el volumen de negocios con bonos de la deuda pública en la Bolsa porteña ascendió hasta los $ 2000 millones, por el nivel de operaciones realizadas con títulos en dólares o en pesos, pero ajustables por la evolución del tipo de cambio (el llamado dollar linked). Es un monto que no se veía desde septiembre.
Pero como desde hace dos semanas se endurecieron las reglas para operar con este tipo de activos (sólo marcan precio las operaciones que se realicen por más de 50.000 o 100.000 pesos) es probable que a la demanda por coberturas más pequeñas en montos no le haya quedado otra que derivarse al mercado cambiario informal, lo que no hace más agregar presión sobre el blue.
Los ahorristas e inversores saben que “la Argentina está en el horno en este contexto global: no tiene reservas, tiene inflación y alto déficit fiscal, un tipo de cambio fijo y atrasado, no accede a mercados de deuda y sufre un shock en los términos de intercambio. Es decir, tiene todos los condimentos de los emergentes de los 90, con la diferencia de que otros aprendieron la lección y nosotros no”, describió la consultora Delphos Investment.
La demanda de dólares es, como describió recientemente la ministra de Economía bonaerense, Silvina Batakis, un reflejo “cultural” que aparece “cuando la moneda local no es lo suficientemente sólida”. En el caso argentino, ha sido una constante en los últimos años, a medida que se abrió y amplió la brecha entre el nivel de inflación local y el de ajuste que el Gobierno permitía al tipo de cambio.
Esto deriva en la situación actual, en la que el dólar en el mercado paralelo ya cotiza 71% por encima del cada vez más esquivo oficial y obliga al Banco Central a seguir liquidando reservas.
Fuente: /lanacion.com.ar