14 agos 2015.- Si quisiéramos transmitir buenas noticias, este artículo debería empezar adelantando que las próximas vacaciones, con una caipirinha en la mano y los pies en la arena caliente serán más accesibles. Pasado el minuto de soñar con una playa y un mar cálido, el resto de lo que vamos a decir sobre el movimiento de la moneda brasileña es negativo para los argentinos.
Las economías de la Argentina y Brasil transitan historias paralelas. Se trata de los dos socios comerciales naturales más importantes de Sudamérica y en la memoria local está presente el letal impacto que tuvo para la Convertibilidad sostener la paridad 1 a 1 con el dólar después de la devaluación del real. Los ciclos positivos y negativos se repiten de uno y otro lado de la frontera. Por eso la devaluación acelerada del real de las últimas semanas se vuelve una amenaza para el peso ya apreciado.
Un informe elaborado por Jorge Vasconcelos, de la Fundación Mediterránea, refleja el paralelismo. En las dos economías “el PIB está virtualmente estancado desde hace cuatro años, la industria se encuentra en terreno negativo desde hace dos y el empleo privado ha comenzado a caer” en ambos países. Todo esto después de que los dos socios centrales del Mercosur tuvieran un raid de crecimiento también en paralelo.
Para el economista, “en los dos países las políticas fiscales expansivas no sólo tuvieron poco impacto dinamizador sino que han empeorado la competitividad, al tiempo que deterioraban el cuadro fiscal”. Según el informe, hay un vínculo estrecho entre el aumento del déficit del sector público de entre 4 y 5 puntos del PIB entre 2011 y 2015 y la caída de las exportaciones, que en el caso de la Argentina es del orden de 30% para ese período y de 23% para Brasil.
Pero en este escenario de coincidencias, hay una diferencia central y está en el plano cambiario. “Mientras en Brasil el tipo de cambio real contra el dólar subió 57% desde el 2011, en la Argentina se dio el fenómeno inverso, con una caída de 11%”, resalta.
La brecha entre la evolución de las dos monedas es cercana al 70% entonces. ¿Qué significa eso en la práctica? Que una automotriz que produce el mismo vehículo en la Argentina y en Brasil va a tener un precio en dólares significativamente más bajo en el socio mayor del Mercosur. Por lo tanto, lo producirá en ese país en lugar de en la Argentina. Lo mismo si tiene que importar una pieza. Comprarla en Brasil será más barato, lo que afecta las exportaciones locales. Pero en una segunda vuelta, hay que considerar que las importaciones de productos brasileños se vuelven más competitivas con esta paridad cambiaria y se suma la tentación de avanzar con los saldos exportables sobre el mercado interno argentino está al alcance de la mano.
Una fracción importante de la devaluación de la moneda brasileña es atribuida a la crisis política. “Brasil tiene una conjunción de crisis política, económica, climática y externa, el movimiento del tipo de cambio no sólo tiene que ver con la situación económica, si no también con la falta de autoridad política”, explica Dante Sica, titular de la consultora abeceb.com y asesor de empresas de uno y otro lado de la frontera.
Para Sica, el sector privado en Brasil necesitaba oxígeno en materia de competitividad, pero en torno a los 3,1 reales por dólar, mientras que el cambio se disparó cerca de los 3,5 y todas las consultoras locales y brasileñas empezaron a proyectar un real a fin de año por encima de los 3,4 por dólar -los bancos brasileños llegan a estimar 3,9- cuando apenas un mes atrás hablaban de un tipo de cambio entre 3,1 y 3,3.
“La brecha de competitividad es alta y los productos brasileños se abaratan. Pero además, cae la demanda interna por lo tanto también habrá una menor cantidad de compras a la Argentina y saldos exportables que pueden colocarse en nuestro mercado con valores muy competitivos”, resume Sica.
Para Sica, el escenario de Brasil tiene un eje central en la crisis política que tiene en jaque a la presidenta Dilma Rousseff, con un bajísimo nivel de popularidad. Sin embargo, también resalta que el movimiento de la moneda brasileña ha ido acompañando lo que pasó en el resto de la región y en el mundo. El dólar se fortaleció en esta primera parte del año, y el Euro, pero también las monedas latinoamericanas respondieron con una depreciación que esta semana llegó también hasta el yuan chino.
La evolución del tipo de cambio real multilateral respalda sus dichos. Según datos procesados por la consultora Analytica, el TCRM en enero del 2013 estaba en 1,44, mientras que tocó este mes su nivel más bajo y está en torno a 1,06.
“La Argentina no es igual que Brasil, es cierto, y no puede dejar tan libre el tipo de cambio porque tiene una correlación muy alta entre la volatilidad cambiaria y la financiera. Pero eso no significa que pueda combatir la ley de gravedad, en algún momento deberá corregir”, sostiene Sica.
El economista de la Gran Makro, Agustín D’Attellis, aclara que la recesión de Brasil es un problema más grave para la Argentina que el valor de la moneda. Sin embargo, admite que “si sigue la devaluación del real habrá que ajustar”.
Para el economista alineado con el Gobierno, “la Argentina no puede seguir el juego al real porque una devaluación del peso debilitaría el mercado interno y las exportaciones no se recuperarían rápidamente, porque los destinos de exportación están en caída. “Los costos serían más que los beneficios”, estima.
Los rubros más afectados
En esta doble pinza que significa para la economía local que Brasil deje de demandar bienes y ofrezca vender los suyos a precios de remate en el mercado interno, los más afectados son los exportadores de bienes industriales. El economista especializado en temas industriales Diego Coatz destaca que Brasil es el destino del 50% de las exportaciones industriales de la Argentina, que son las de mayor valor agregado.
En base a datos del Indec, las exportaciones de materiales de transporte terrestre -que nuclea a la cadena automotriz, autopartista y metalmecánica- son las más expuertas ya que representa el mayor volumen de exportaciones industriales a Brasil, con más de u$s 2.400 millones; lo siguen los productos químicos con u$s 560 millones, y los plásticos con u$s 330 millones.
Fuente: / CRONISTA.COM.AR